A nosotros, en el globero pueblo, nos tocará retrasar una
hora el reloj, pero hasta el domingo seis de noviembre, así que, ni se
emocionen los que ya le habían movido a las manecillas digitales, que todavía
faltan quince días para ganarle tiempo al tiempo, la realidad, es que, nadie es
dueño del tiempo, por tanto, entre tanto, los días seguirán siendo tan largos o
tan cortos dependiendo la compañía de cada quien, como bien lo decía, Einstein,
que explicaba su teoría de la relatividad con gracia y gracejo, el tiempo no
pasa igual para aquel hombre que tiene sentada en sus piernas a una rubia
portentosa, que a una gorda espantosa, y si, Sarita Montiel, en su canción,
decía: “fumando espero al hombre que yo quiero”, y esperando al galán, que
según la letra, le da el humo de su boca para volverla loca, el tiempo se le
iba como agua entre las manos, a sabiendas que en cualquier momento, el
caballero la pondría en suerte para darle el humo por otro lado, pero lo que sí
es una verdadera pérdida de tiempo, es
lo que andan haciendo algunos jinetes locales, que asegún sus dichos, están
recordando la epopeya de nuestros fundadores con una cabalgata, o sea, pero qué
les pasa a esta bola de desfasados en el tiempo, no quiero quitarles la
intención de cabalgar en sus cuacos, tampoco soy tan cabrón, pero no sería
mejor que se pusieran a chambear, al fin y al cabo, esas mentadas cabalgatas
las instauró Vicente Fox en su sexenio de infaustos recuerdos, así que,
nuestros rancheros ya no tienen para que andar de lambiscones con el presidente
en turno, y le aviso a mi compañera reportera Brenda García, que a los animales
no se les ofrece misa, ese sagrado ritual eclesiástico, lleno de pompa y
circunstancia, es solamente para los hombres, el cura oficiante les podrá
aventar su agüita para bendecirlos, y de una vez, antes de que quieran
canonizar al caballo, el que monta san Martín Caballero en su estampita, no es
un caballo con aureola, supongo que lo que ha de hacer sucedido, es que, el
ascendido a los cielos y trepado a los altares, no quiso bajarse de su penco,
de tal manera, que el artista que lo inmortalizó en un lienzo, tuvo que plasmar
también al animalito, además, no hay que olvidar, que para que una costumbre se
convierta en una tradición, no es nada más un capricho del político en turno,
sino que dicha costumbre se practique y ejerza por una generación completa, lo
que estos obsoletos vaqueros paisanos, no se han percatado, es que, nuestros
usos y costumbres fronterizos no son sexenales, yo que Benjamín, los hubiera
dejado desmañanarse solos, que al cabo, este homenaje a nuestros pioneros, es
nomás un pretexto para salir en los periódicos, y ya que le corten a eso de
las cabalgatas, que nadie gana nada, por
cierto, para los que van a visitar a sus muertos en estos días, les aconsejo,
que dejen el carro en el amplio estacionamiento de la placita Libertad, porque
de una vez les aviso que es punto menos que imposible parquearse enfrente del
panteón municipal Antiguo, ya que, como siempre ha sido, nuestras autoridades
les dan prioridad a los vendedores encimosos que a los ciudadanos de a pie, y
han pasado los años y más años, y nadie hace nada por remediar este asunto, que
a quienes tenemos la facultad independiente de caminar sobre nuestros propios
piecitos, no hay ningún problema, pero para los viejitos que no se pueden valer
por sí mismos y que tienen que trasladarse a bordo de una silla de ruedas, es
un sacrificio doble, pero igual ocurre en las fiestas parroquiales o en las
luchas, no hay respeto por los otros, ni suficiente amor al prójimo, no sé si
el administrador Gaucín, tenga algo que ver con la determinación de que los
ambulantes son más importantes que los vivos que van a ver a sus muertos, digo,
si los comerciantes se pueden colocar en una calle aledaña al camposanto, que
algún funcionario comedido les avise a tiempo para que lo hagan cuanto antes.
Ya dije.
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