En nuestro país no existe una escuela que enseñe a hablar
con todo el idioma, yo, ustedes me conocen bien, uso muletillas para evitar los
puntos y seguidos y los puntos y apartes, pero no porque no haya aprendido a
usarlos, sino porque me parece que mi columna se puede leer conteniendo el aliento,
como si fuera un tónico nauseabundo, de esos que las madrastras y las madres
cabronas daban a sus hijos a principios y mediados del siglo pasado, quesque
para que no crecieran apachurraditos, no que sea ejemplo de nada, pero las
palabras que conozco, las aprendí de todos lados, unas cuantas en la primaria
Cosme Pérez, otras, en la secundaria Uno, muchas más en la prepa, pero ahí
nadie me las enseñó, sino que, me adentré en las lecturas, por cierto, elevo
una plegaria llena de gratitud al profesor Rodolfo Horacio Torres Trejo, quien
fue el primero que se percató de que yo no veía ni madres, y por generoso y
altruista, me llevó a graduarme mis primeros lentes, no tardé mucho para
quitármelos de encima, y es que, en teniendo los ojos más deslumbrantes del
globero pueblo, era un lástima que los tuviera envitrinados, andando el tiempo,
hace muchos años, tantos, que no me da la gana andarlos contando, mi dilecto
amigo el Dr. Eligio Obeso, que de obeso no tiene nada, fue el que me hizo mis
primeros lentes de contacto, con tan buena suerte, que desde entonces no me los
he quitado ni para echarme a dormir, es cierto de toda certidumbre, que si no
hubiese sido de tal manera, jamás me hubiera podido asomar a los libros en los
que abrevé lo poco que sé, la verdad, es que, eso de la pérdida paulatina del
idioma, nos afecta a todos por parejo, según, un acucioso análisis del sabio
filólogo Ernesto de la Peña, que en paz descanse, el mexicano común, en eso de
común se engloba a todos, usa 84 palabras, y la más usada de todas es “wey”, y
yo siempre, no de ahora, sino de toda la vida, he solicitado que en las
primarias se les enseñe a leer y a escribir con propiedad a todos los alumnos
desde los seis años, que aprendan a comunicarse con la misma facilidad que
respirar, pero eso es mucho pedir, para que se pudiese lograr, sería necesario,
borrar del mapa a toda la runfla de profesores, que se han vuelto más huevones
y baquetones que yernos comodinos de suegro rico, incluso, me agradaría que
durante los primeros tres años escolares se les enseñara el abecedario, pero
también las palabras básicas, como Dios, mamá, papá, familia, hogar, trabajo, respeto,
pan y tortilla, en fin, que no habiendo más cera que la que arde, y orando para
que La Guadalupana detenga los pasos demoledores de Elba Esther Gordillo, que
quiere acabar con la esperanza de una buena educación para los mexicanos todos,
no nos queda de otra que, literalmente, bailar con la más fea, para nadie es un
misterio que EPN recibió el apoyo de la profesora en su campaña presidencial,
que sus movimientos y enroques fueron determinantes en el triunfo del priista,
así que, habrá que esperar otros muchos años más, para que ese sueño se convierta
en realidad, el que anda como si se hubiera sacado la lotería es nuestro
presidente electo Enrique Peña Nieto, y es que, su visita a España le ha
servido para afianzarse en las tablas políticas, ya se desenvuelve con mayor
fluidez y corrección, los sacos ya casi se los están haciendo a su medida,
aunque todavía le falta mucho para ser un personaje atractivo para sus iguales,
a la que veo muy bien es La Gaviota, que se la ve muy displicente, como si nada
le afectara de los grandes acontecimientos con los hombres claves de la
política mundial, la vestimenta de ella deja mucho que desear, porque su ropita
no le luce como le debería de lucir, y pues nada, que EPN ha anunciado que
México ayudará a España a salir de la crisis económica con mayores apoyos, pero
mañana les prometo que les contaré de todo este viaje a Europa de los
Peña-Rivera.
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