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lunes, 23 de mayo de 2011

La Celestina

La Celestina es una alcahueta maravillosa y sabia, algunos dicen que es una embaucadora de los sentimientos ajenos, la mera verdad, yo considero que es inocente de todo cargo, ya que es una vieja cabrona, pero muy ingeniosa, tanto así, que con sus mañas de puta vieja y un poco de hechicería, logra que Melibea se enamore de Calisto, Sempronio, criado de confianza del rico joven es quien le aconseja que acuda a la vieja regenteadora de un congal, que no es ni por poco, comparado con el lujo esplendoroso del Danash de la Zona Roja, donde las mujeres ofrecen sus atributos físicos a los ávidos clientes enrollándose en un tubo, incluso, nada más tiene a dos sexoservidoras, Areúsa y Elicia, a las que su madrota utiliza como ganchos para agradecer a los hombres que la ayudan a conseguir sus objetivos, esta gran obra de Fernando de Rojas, gira en torno a esta pareja, pero en realidad la verdadera protagonista es La Celestina, yo conozco a varias de esas en el globero y tierrero pueblo, que han hecho de sus buenos oficios de conseguidoras, una manera fácil de vivir, algunas son casamenteras y otras, nada más, ofrecen el amor de las aventureras por una módica comisión que les da para vivir bien, además, ya se sabe que eso se vende a buen precio y al mejor postor, de hecho, tengo noticias de muchos grandes empresarios, aunque no son precisamente multimillonarios, que de esos, muerto el Gurú de las finanzas, don Chito Longoria, no hay ninguno con tanto poder, ni dinero, a los que me refiero, son a los ladronzuelos que de la noche a la mañana, como por arte de magia, se convierten en dueños de negocios boyantes que se casan con pirujillas de poca monta, que de sirvientitas, profesoras o peluqueras, se convierten en damas de alto pedorraje, como si uno no supiera su dudosa procedencia, bueno, les explico de lo que se trata la obra comienza cuando Calisto ve casualmente a Melibea en el huerto de su casa, donde ha entrado a buscar un halcón suyo, pidiéndole su amor, esta lo rechaza, pero ya es tarde, ha caído violentamente enamorado de Melibea, el otro criado de Calisto, Pármeno, cuya madre fue maestra de Celestina, intenta disuadirlo, pero termina despreciado por su señor, al que sólo le importa satisfacer sus deseos, y se une a Sempronio y Celestina para explotar la pasión de Calisto y repartirse los regalos y recompensas que produzca, lo que pasa es que esta prostituta venida a menos, a la que se le cayó el negocio sexual, ya se sabe que todo por servir se cuelga, pues aprendió el antiguo arte de la brujería, así que mediante hechizos, pero también de eso que se llama labia, y que no es otra cosa que con dulces palabras hacer creer a los otros lo que le convenga a sus intereses, logra que Melibea se enamore de Calisto, como premio Celestina recibe una cadena de oro, que será objeto de discordia, pues la codicia la lleva a negarse a compartirla con los criados de Calisto; éstos terminan asesinándola, por lo cual los meten presos y son ajusticiados, Celestina, quien fue encarnada en el teatro por la fea pero buena actriz Ofelia Guilmain, aunque he de confesarles, queridos lectores, que a mí me gusta más al leerla, y no que la puesta en escena sea mala, pero la imaginación vuela más alto que la simple recreación de los actores, para terminar esta breve síntesis de tan monumental obra, les diré que terminó como las grandes historias de amor, en la muerte de ambos, en este caso, fue por una estupidez de Calisto, que escucha un gran desmadre en la calle y creyendo que sus criados están en peligro, salta el muro de la casa de su amada, y se mete tremendo madrazo, que lo deja muerto ipso facto, o sea en chinga, desesperada Melibea, se suicida y la obra termina con el llanto de Pleberio, padre de Melibea, quien lamenta la muerte de su hija.
Hay en Celestina un positivo satanismo, que su creador supo pintar como mujer odiosa, sin que llegase a ser nunca repugnante; es un abismo de perversidad, pero algo humano queda en el fondo, y en esto lleva gran ventaja al Yago de Shakespeare, no menos que en otras cosas.

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