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miércoles, 27 de febrero de 2013

La familia real española en serios problemas


Antes sí, antes era ajonjolí de todos los moles, pero conforme he ido envejeciendo, me he vuelto más encerrado, y no, no estoy amargado, al contrario, he ido viviendo con más soltura, pero tengo que confesar que más de dos personas reunidas en torno a mí, ya es multitud, no quiero decir que soy un ermitaño, líbreme Dios de semejante arbitrariedad, lo que ocurre, es que, le he dedicado más tiempo a las lecturas, ya que, considero que es la única vía de nutrirme de ideas y de palabras, tampoco quiero convertirme en un intelectual, que a ese olimpo de las mentes brillantes no cualquiera puede entrar, se requiere, amén de una ardua preparación, un caudal de neuronas sembradas desde la gestación embrional, o como decían los antiguos, lo que non da natura, non lo empresta Salamanca, pero al que Dios le ha negado todo eso, es a Iñaki Urdangarin, es cierto, que el yerno incomodo de Su Alteza don Juan Carlos, dio en creer que por ser el esposo de la infanta Cristina, no lo tocaría pena alguna y que además de los blasones y títulos de la realeza, se le permitiría hacer y deshacer a la sombra impune de la poderosa familia española, ahora, por confiarse demasiado en su buena estrella, la fortuna lo ha abandonado de tal manera, que ya lo quitaron hasta de la página web, o sea, ni siquiera existe en la historia cotidiana de los Borbón, y para colmo de males, su socio-cómplice que responde al nombre de Diego Torres ha involucrado a su suegrito, resulta que, en sus declaraciones juradas al tribunal que lleva su escandaloso caso, Urdangarin negó que el monarca español haya estado enterado de sus enjuagues al interior de la Fundación Noos, pero don Diego, ha sacado a la luz pública correos electrónicos en los que se puede observar claramente que don Juan Carlos no sólo estaba enterado de las componendas y pillerías del padre de sus nietos, sino que le cuidaba las espaldas, así que, la bomba ya les estalló en las manos, y nada de esto hubiese sucedido, pero al juez José Castro, se le hizo fácil, echarle culpas a Ana María Tejeiro, esposa de Torres y a doña Cristina de Borbón y Grecia la exoneró de pies a cabeza, siendo que ambas estaban involucradas como vocales en la mesa directiva de la organización altruista, pero Torres con índice de fuego, perdonen ustedes, queridos lectores, pero siempre había querido usar esa frase contundente en alguno de mis artículos, ha señalado que él como quiera, pero a su mujer no tenían por qué embarrarla en tan bochornoso asunto, o todos coludos o todos rabones, nada más para que vean que en todos lados se cuecen habas, y si la parcialidad del juez se inclinó hacia el lado de la influyente infanta que es la séptima en la sucesión al trono de España, o sea, si algo le llegara a pasar a don Felipe, me refiero al príncipe de Asturias, y no, a Gelipe Calderón, o a cualquiera de los hijos de doña Letizia, a su hermana Elena la fea o a sus vástagos, ella sería coronada como reina de la península ibérica, significa que la justicia siempre está a favor de los poderosos, pero con lo que la Casa Real Española no contaban es que don Diego Torres sería una cadillo en medio de las nalgas, y aunque, es un súbdito común y corriente, por lo menos, les va a dar muchos dolores de cabeza, lo que él quiere, es que se le finquen las mismas responsabilidades a la infanta Cristina que a su esposa, sin embargo el que no saldrá bien librado de todos los cargos penales que se le imputan es don Iñaki, que de duque de Palma ahora es un simple mortal como cualquiera, nomás falta que el rey obligue a su hija a divorciarse de él, pero no por corrupto, que eso sería lo de menos, sino por imbécil que en teniendo todo para salir adelante y siendo miembro distinguido de la familia real, se haya dejado atrapar por unos cuantos millones de euros, en fin, que serán muy de sangre azul, pero eso no impide que sean unos farsantes rateros que lucran con el dolor ajeno y dada la precariedad de la economía de su país, eso es una infamia que se paga con la cárcel y con el desprestigio por los siglos de los siglos, amén. 

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