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miércoles, 14 de abril de 2010

Ley antiobesidad

Ya no entiendo nada. Este gobierno panista quiere convertir al país en un manicomio sin puertas ni ventanas. Tenemos encima a los jinetes del apocalipstick (así se titula la más reciente obra de la enferma Monsi) pero no conforme con la galopante violencia que nos asuela, la mala educación, el desempleo, el subempleo, las pandemias inventadas y todo lo demás que es casi imposible enlistar, ahora les ha dado por aplicar la ley antiobesidad como si los funcionarios fueran unas varitas de nardo, fácil entre una docena de ellos, suman una tonelada y media, pesan tanto que para acarrearlos necesitarían un camión de redilas, pero a pesar de que me asombra dicha legislación, tampoco puedo soslayar el hecho de que, es cierto que México ha padecido la gordura de los paisanos desde hace muchos años, o como replicaba mi tía Robustiana cuando alguien le decía gorda: “estoy llena de vida”, y ahora, la verdad, los obesos “están llenos de muerte lenta”, porque antes los gordos eran gordos de verdad, es decir con comida real, no con pura chatarra de frituras inútiles y coca cola, el pato a la oranch de los empobrecidos mexicanos, no es otra cosa que un gansito y una soda de naranja, además, ni para donde hacerse, ya que a la hora del breik para ingerir los sagrados alimentos (es una manera rococó de señalar el momento de entrarle a la botana), es un verdadero suplicio para quienes ganan 1500 pesos al mes, eso sí les va bien y son retribuidos conforme a su esfuerzo laboral, porque tienen que elegir entre comerse un plato de comida corrida, es decir de esos de 35 pesos que incluye sopa aguada, frijoles, arroz con un huevo estrellado encima, un guisado de dos pedacitos de carne flotando sobre una salsa incolora, agua de sabor y tres tortillas de maíz o comerse una bolsa de sabritas, un pingüino y una coca por 15 pesos para tener dinero para sus pasajes de regreso a su casa.
Con esta nueva ley, van a exigir tentempiés equilibrados a las cooperativas escolares que siempre han estado fuera de todo orden sanitario, tal vez por esa relajación de la disciplina alimentaria resultan un verdadero paraíso para los niños que esperan con ansiedad la hora del recreo para poder comprar los fritos con mucha salsa botanera, tostadas chorreando chile de agua, hamburguesas grasosas, tacos de harina con frijolitos apestosos a chorizo, cocas bien muertas y para que nadie diga que no son balanceados los alimentos que se expenden en dicha tiendita escolar, venden frutsis ya que según la etiqueta están adicionados con hartas vitaminas y minerales, pero también ofrecen pelones, escuincles, chupaletas, tarugos y otras apetitosas delicias.
No quiero hablar mal de los maestros de educación física, pero no conozco a ninguno que tenga una figura atlética, la mayoría son panzones irredentos que no corren ni para alcanzar el camión cinco colonias, y uno de los incisos que se destacan en la reforma a la ley general de salud, es precisamente que, en las escuelas de educación básica, media y superior, se deberá cumplir con el requisito de una hora de ejercicios rigurosos, tal vez, los huercos si aguanten el trajín, pero los pobres gordos instructores del deporte se me hace que no.
Ya sé, y no me queda ninguna duda al respecto, que nuestros niños cada día están más gordos, antes, todos, o la gran mayoría éramos flaquitos, pero con la proliferación de los Mc Donalds, las cocacolas y las frituras, la tribu de huercos son entre rechonchos, regordetos y panzones, y aunque duela aceptarlo, las autoridades federales están en lo correcto, lo único malo es que ahora van a querer cargar un nuevo impuesto a los excedidos de peso en los aviones por sobre carga y de seguro, otro tributo para las cooperativas escolares, que dicho sea de paso, ni son cooperativas, ya que siempre son manejadas por particulares cuando son padres de familia de los centros educativos, pero como suele ser buen negocio, pues se quedan para siempre en las pequeñas empresas de vendimias de golosinas para los chamacos, a ver cuántos cumplen el reglamento antiobesidad y cuántos se hacen de la vista gorda. Ya dije.

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